“¡No subas al avión! ¡Está a punto de explotar!” – Un niño sin hogar le gritó a un multimillonario, y la verdad asustó a todos…

Richard Callahan era un multimillonario hecho a sí mismo, conocido por sus impecables trajes, jets privados y una compostura inquebrantable. En una radiante mañana en Los Ángeles, tenía previsto volar a Nueva York para una reunión exclusiva con inversores. Su  Gulfstream G650  brillaba en la pista, su carrocería plateada reflejando el sol como un espejo. Pilotos, asistentes y guardaespaldas se movían con rapidez a su alrededor, asegurándose de que cada detalle fuera perfecto. Para Richard, esto era rutina.

Cuando se acercaba al avión, una voz áspera rasgó el aire fresco.

 

 

 

Continúa en la página siguiente